lunes, 9 de mayo de 2016

FEMINISMO
Clara Campoamor

Republicana, feminista y de izquierdas
Acertadamente se ha calificado al siglo XX como el Siglo de las Mujeres, y efectivamente no puede ser entendido sin multitud de ellas que han protagonizado este devenir histórico. De esta multitud, destacarían las mujeres de principios de siglo que con un arrojo y valentía sin igual, sobresalieron en la defensa y generalización de derechos y valores para hombres y mujeres. Entre ellas destacamos a Clara Campoamor, y lo haremos siendo fieles a sus propias palabras, haciéndolas resonar en este espacio con la fuerza que ella les imprimía. Reivindicamos a la mujer republicana, feminista y de izquierdas.
Nos mueve a ello, no sólo el hecho de que se le vaya a dedicar una calle en nuestra ciudad, sino principalmente cómo nos hace vibrar su persona y sus demandas.
Leemos en El voto femenino y yo  ensayo de Clara Campoamor: «Lo que no espero ocurra es que se eleve una voz, una sola, de ese campo de la izquierda, de quien hube de sufrirlo todo, por ser el único que ideológicamente me interesa, y al que aún aislada sirvo; una sola persona que, por estímulos de ética, de mínima reparación, clame y confiese la verdad y proclame al menos que no fui la equivocada yo, sobre quien se han acumulado las pasiones y la injusticia». Estaría orgullosa, de quienes desde esa izquierda que a ella le importaba, sí han levantado la voz, para homenajearla y dedicarle una calle.
Respondiendo a ¿Quién es y de donde viene?, Nada mejor que su presentación.
«Yo no advine a la República ni el 14 ni el 16 de abril. Me he formado en el clima paterno, de un hombre que batalló en las épocas difíciles de Menéndez Pallarés, Castrovido y Pi y Arsuaga. Durante la Monarquía ni tuve contactos ni acepté mercedes. Cuando en 1927 la Academia de Jurisprudencia me brindó, como a don Enrique Moret, la Gran Cruz de Alfonso XII –que varios republicanos, seguramente de los que no votaron a mi favor, lucieron y arrumbaron cuidadosos después- como corolario al premio extraordinario anual, rechacé la distinción. En la Dictadura ni acaté órdenes injustas ni acepté conexiones: cuando el dictador dio al Ateneo una Junta de real orden y en ella incluyó mi modesto nombre de ateneísta constante desde 1916, rechacé el nombramiento, con la consecuencia indirecta de tener que pedir la excedencia de mi cargo de Instrucción Pública perdiendo cien puestos en el Escalafón, que no recobré después; y cuando el Sr. Aunós, ministro de Trabajo de la Dictadura, quiso injertar en sus Comités paritarios la modernidad de savia femenina, ofreciendo a tres abogadas en Madrid, Victoria Kent, Matilde Huici y yo, tres flamantes nombramientos de asesores en otros tantos organismos, yo, con Matilde Huici, rehusé el fructífero honor, que otros sirvieron». De la amplía actividad que desarrolla, destacaremos sus conferencias en la Universidad de Madrid y en la Academia de Jurisprudencia; el prólogo de Feminismo Socialista libro de la militante del PSOE, María Cambrils; la fundación de una Agrupación Liberal Socialista,; junto con otros miembros de la Escuela Nueva, trabaja en el grupo que daría origen al partido de Azaña (Acción Republicana) que abandona habiendo pertenecido a su Consejo Nacional; tras la rebelión de Jaca (en la que centenares de republicanos se encuentran encarcelados) Clara Campoamor asume la defensa de los procesados en San Sebastián; por último funda y preside la Agrupación Unión Republicana Femenina.
En 1930 un periódico le pregunta sobre sus ideas políticas y contesta: «República, república siempre, la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos».
En cuanto a su defensa del sufragio y los derechos de la mujer, su voz se oiría con fuerza en el hemiciclo del Congreso para defender que no había ni razón ni justicia capaz de negar tal derecho a la mujer y que era labor de unas constituyentes progresistas el reconocerlo. No siendo posible negar con argumentos, alguno de ellos escuchados con anterioridad en relación al sufragio masculino, (cuando el derecho a voto había sido reservado solo para los propietarios), este derecho innato a la propia naturaleza humana y su realización dentro del estado.
Así leemos en El voto femenino y yo, «En la defensa de la realización política de la mujer sustenté el criterio de ser su incorporación una de las primeras necesidades del Régimen, que si aspiraba a variar la faz de España no podría lograrlo sin destruir el divorcio ideológico que el desprecio del hombre hacia la mujer, en cuanto no fueran íntimos esparcimientos o necesidades caseras, imprimía a las relaciones de los sexos».
Finalizaremos con un párrafo del que significamos sus reflexiones, tanto solidarias con su sexo como su conciencia de no ser ella merecedora por sí sola de derechos, sino exigiéndolos para todas las mujeres.
«Defendí en Cortes Constituyentes los derechos femeninos. Deber indeclinable de mujer que no puede traicionar a su sexo, si, como yo, se juzga capaz de actuación, a virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan por igual: la hipótesis de constituir un ente excepcional, fenomenal; merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega, a quien se perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con el espíritu».



Fuentes:
    http://www.uv.es/~dones/temasinteres/historia/claracampoamor.htm    
    www.rtve.es
    Wikipedia

Mujer con un gran arrojo y valor tanto por sus ideas feministas como políticas.

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3 comentarios:

¿Qué os ha parecido esta perspectiva del Feminismo? Os invito a opinar sobre esta aportación particular al feminismo de la diferencia.

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